miércoles, 25 de marzo de 2009

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El experimento de Pons y Fleischmann, o como llevar 20 años intentando la fusión fría

La fusión fría es el nombre genérico dado a cualquier reacción nuclear de fusión producida a temperaturas muy inferiores a las necesarias para la producción de reacciones termonucleares (millones de grados Celsius).

De manera común el nombre se asocia a experimentos realizados a finales de la década de 1980 en células electrolíticas en las que se sugería que se podía producir la fusión de deuterio en átomos de helio produciendo grandes cantidades de energía. Estos experimentos fueron publicados en la revista científica Nature, pero la fusión fría como tal fue descartada al poco tiempo por otros equipos, constituyendo el artículo de Nature uno de los fraudes más escandalosos de la ciencia en los tiempos modernos.

El experimento de Pons y Fleischmann

El 23 de marzo de 1989 los químicos Stanley Pons y Martin Fleischmann, de la Universidad de Utah, realizaron una conferencia de prensa en la que anunciaron la producción de fusión fría con la consiguiente liberación de energía. El anuncio fue considerado sorprendente al tenerse en cuenta el sencillo equipamiento necesario para producir tal reacción: un par de electrodos conectados a una batería y sumergidos en un recipiente de agua pesada rica en deuterio. El anuncio fue reflejado a nivel internacional constituyendo portadas en la mayoría de los periódicos. Habiendo trabajado Pons y Fleischmann en su experimento desde el año 1984, consiguieron fondos del Departamento de Energía de los Estados Unidos en el año 1988 para una larga serie de experimentos. El término fusión fría había sido acuñado por el Dr. Paul Palmer, de la Universidad Brigham Young, en 1986, en investigaciones sobre la posibilidad de la producción de reacciones de fusión atómica en el interior de un núcleo planetario. El término fue entonces aplicado al experimento de Fleischmann y Pons en 1989.

En tan sólo unos días, científicos de todo el mundo intentaron repetir los resultados de los experimentos. Durante unas seis semanas se produjeron anuncios de verificación, retractación y explicaciones alternativas que mantuvieron el interés de los periódicos sobre el tema, sin conseguir resultados definitivos. Poco después, el escepticismo sobre la fusión fría fue aumentando a medida que diferentes investigadores eran incapaces de reproducir los resultados del experimento de Pons y Fleishchmann. A finales de mayo, el Departamento de Energía de los Estados Unidos formó un grupo especial de investigadores para determinar la veracidad o no de la fusión fría. El comité de expertos trabajó durante cinco meses en un estudio en el que se afirmaba que no existía evidencia alguna de fusión fría, y que tales efectos contradirían todo el conocimiento adquirido sobre las reacciones nucleares durante la última media década. El comité recomendaba específicamente no financiar investigaciones costosas sobre este tema.

Veinte años del fiasco de la fusión fría

Se cumplen veinte años de la celebración de la rueda de prensa en la que los químicos Stanley Pons y Martin Fleischmann anunciaban al mundo que habían conseguido producir una reacción de fusión fría a temperatura ambiente, unos resultados que se llegaron incluso a publicar en la revista Nature.

No sólo la noticia en sí resultaba sorprendente, ya que la fusión nuclear es el proceso mediante el que se unen dos núcleos atómicos para formar otro núcleo más pesado, proceso que además libera una importante cantidad de energía, y que hasta donde sabemos sólo sucede de forma natural en el interior de las estrellas en unas condiciones extremas de presión y temperatura, sino que además Pons y Fleischmann aseguraban que el equipamiento necesario, que se ve en la foto de la derecha, era mínimo.

En estas condiciones, de poder ser replicados esos resultados, la fusión fría podía haberse convertido en la solución barata y abundante a los problemas energéticos del mundo, ya que los dos aseguraban que su dispositivo llagaba a producir un 100% más de energía de la que necesitaba para funcionar.

Lo malo, como se demostró en poco tiempo cuando nadie en ningún sitio consiguió duplicar sus resultados, es que el experimento no había producido fusión fría ni por asomo.

Además, pronto fueron puestas a la luz diversas razones teóricas por las que su experimento no podía funcionar, al menos no en el marco de nuestros conocimientos actuales sobre física, diversos posibles orígenes para errores experimentales que podrían justificar la cantidad de energía extra que según ellos se producía, y finalmente se desveló que sus afirmaciones de que había detectado neutrones y tritio, productos necesariamente resultantes del proceso de fusión que describían, no eran ciertas.

Hoy en día la investigación en fusión fría está prácticamente abandonada, y de hecho muchos la consideran una ciencia patológica, que es aquella en la que se sigue investigando aún cuando la mayoría de los científicos que trabajan en el campo la consideran falsa.

Sin embargo sí se está trabajando en la obtención de procesos de fusión nuclear como fuente de energía, pero a altas temperaturas y presiones.

Conseguir utilizar la fusión nuclear como fuente de energía resulta interesante porque a diferencia de la fisión nuclear, que es la que se usa en las centrales nucleares actuales, los combustibles que se usan y los residuos radiactivos que producen los procesos de fusión nuclear tienen una vida media muy corta, por lo que en lugar de ser peligrosos durante miles de años a los 50 años dejarían de ser peligrosos, para ser prácticamente inertes en 300 años.

El problema es que para reproducirla en la Tierra habría que conseguir duplicar las condiciones de presión y temperatura que se dan en el interior de una estrella, algo que dista de ser trivial, pues ningún material conocido es capaz de soportarlos.

En este sentido se está trabajando en métodos de confinamiento que usan rayos láser o campos magnéticos, y es precisamente el método de campos magnéticos el que se empleará en el ITER, el International Thermonuclear Experimental Reactor (Reactor Termonuclear Experimental Internacional) que se está construyendo en Francia con la participación de la Unión Europea, Rusia, los Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur e India. Canadá también participó de 1992 a 2004, pero ya no está en el proyecto.


El núcleo del ITER. 

El ITER podría ser, cuando entre en funcionamiento, la demostración de que la fusión nuclear es viable como fuente de energía, pues hasta ahora todas las pruebas en las que se logró poner en marcha una fusión nuclear han consumido más energía de la que han generado.

De todos modos, no se espera que pueda arrancar antes de 2016, y eso suponiendo que no se produzcan retrasos, lo que no sería de extrañar dada la envergadura del proyecto.

fuente.microsiervos

fuente.wikipedia

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